Manual de supervivencia para el ahorrador que va a la sucursal de la esquina (I)

Imaginemos que un paisano con aspecto de Forrest Gump se dirige a cualquier sucursal de una entidad cualquiera. Lo primero que nos viene a la mente es que unos invisibles seudópodos querrán apoderarse de su dinero con la sonrisa del secuestrador de niños de Pinocho. Pues bien conviene tener en cuenta algunos factores para salir airoso del trance.

En primer lugar olvide sus complejos. Es mucho mejor tener la actitud de Forrest Gump que asentir con la cabeza cuando le hablan de TIR, PER, TAE, cash-flow, mercado monetario, FIM, FIAMM, etc. En la mayoría de los casos el empleado de la sucursal sabe de economía financiera lo mismo que sabe de bioquímica un vendedor de cosméticos, es decir, poco o nada. Si usted asiente con gesto circunspecto cuando le hablan de la reposición del colágeno que elimina las células muertas con antioxidantes antialergénicos naturales en la dermis, es carne de cañón. Póngase en la actitud de Paco Martinez Soria en su versión más pura y que le aclaren cada punto y cada coma, y al final quizás se entere de que es el mejunje de siempre con un poco de vitamina C.

Si mantiene una postura de ignorancia sin complejos obligará al otro a explicarle las cosas, y solamente se explican bien las cosas si se sabe de ellas.

En segundo lugar: sepa como funciona el negocio. Un banco o una caja de ahorros es una estructura compleja. En España el sector bancario es una industria muy eficiente, quizás de las más eficientes del mundo, pero eso no implica que le vayan a dar un buen servicio, sino que la banca funciona a todo gas. Una sucursal está a las órdenes de la central de red e intenta alcanzar los objetivos que les marcan presionando mucho. La central de red dispone de unos productos para vender diseñados por ella misma o por otras divisiones de la entidad. Los productos se ponen a disposición de la red para ser comercializados. Una sucursal es una oficina comercial, nada más. En la medida que la central adiestre bien a sus comerciales y les de unas buenas directrices éstos darán un buen servicio a su cliente final. Esto último ocurre, pero no todas las veces.

El banco le conoce. Las entidades bancarias se caracterizan por conocer extraordinariamente bien a su cliente y gastan su buen dinero en ello, lo que es lógico en cualquier negocio. Como también es lógico intentará maximizar para sí el beneficio, pero esto no quiere decir que a cualquier precio. El banco lucha por mantener un equilibrio entre el máximo beneficio y la fidelidad de su cliente y esto lo busca de muchas formas: desde el “tengo que vender estos fondos de inversión que si no me echan”, vínculo emocional entre el comercial de la sucursal y el cliente, a “si hace un plan de pensiones tenemos estas estupendas promociones a elegir” y claro, con lo bonita que es la nevera de camping, como me voy a negar.

Con esto podemos concluir una regla de oro para el inversor ignoto que se adentra en una oficina bancaria: si le enseñan un jamón, una batería de cocina, el perrito nadador o similar, huya.

Garantizados, deuda estructurada y otros líos

Aquí es donde funciona bastante bien la actitud de Forrest Gump, pregunte cómo, cuando y de qué forma gana dinero, con ejemplos reales. En esta ocasión se juega con la aversión al riesgo del inversor. La idea es sencilla, usted no pierde el principal, pero si pasa ‘tal cosa’ puede ganar mucho. En la práctica los inconvenientes de los garantizados son varios: no puedo hacer líquida mi inversión cuando quiera y, el conjunto de circunstancias que tienen que darse para tener una rentabilidad razonable suele no darse.

Imagínese que con su dinero compra deuda y se gasta los intereses en un producto de altísimo riesgo. No pierde el principal, ciertamente, pero es que para hacer eso no hace falta meterse en líos, que en muchos casos se parecen al antiguo vendedor de peines que había en algunas bocas de metro.

El éxito que los fondos garantizados tienen en el mercado español es, sencillamente brutal, la razón es, posiblemente, una excelente práctica comercial. En el pasado ha habido muchos casos con rendimientos bianuales de un 1% o un 2% y en realidad solo van bien cuando la bolsa sufre unas revalorizaciones de escándalo. Si la bolsa se mueve poco (aún sin caer) la rentabilidad se viene abajo. La bolsa da unos saltos terribles, si no se puede elegir el momento de salida estaré a merced de la ‘ventana’ por la que puedo hacer liquidez. Otra desventaja es que por circunstancias puedo necesitar el dinero y en tal caso eso solamente podré hacerlo a costa de una comisión de reembolso que volatiliza la rentabilidad que pueda haber obtenido o más.

Hagamos un ejercicio sencillo. El Ibex, en lo que va de año se ha revalorizado la escalofriante cifra de un 43%. Una cartera normal tendría en riesgo aproximadamente un 20%, lo que implica que la parte de riesgo me habría proporcionado un 10,8% del total de mi capital. Por otra parte el resto me habría proporcionado una rentabilidad, digamos de un 3,5%. Tendría un total de un 11,46%. Es cierto que habría estado expuesto a riesgo, dado que tendría un 20% en fondos referenciados al Ibex, pero es que para encontrar un garantizado que me de, no ya un 12 sino un 10% habría que haber tenido la puntería de Lucky Luke. Busque las rentabilidades de los garantizados y se asombrará de la enorme cantidad que no llegan ni al 4%, y eso con la bolsa como un tiro, imagínese si, simplemente, se hubiera quedado quieta.

(Continuará)

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6 responses to “Manual de supervivencia para el ahorrador que va a la sucursal de la esquina (I)

  1. Esta primera parte me resulta acertadisima, pues esta misma mañana me he acercado a una Sucursal del BCH para que me aclarasen el último estracto bancario que he recibido y las aclaraciones han sido las siguientes:
    1ª.- El primer empleado me dice que es la primera vez que lo ve y que no lo tiene claro, aunque cree que son anotaciones de intereses por los días que se ha mantenido el capital, no obstante me remite a una compañera.
    2ª.- La compañera en cuestión me dice que esmuy dificil de explicar, pero que en la contabilidad de las empresas hay números reales y números comerciales y que en el nuevo sistema informático salenn ambos
    Totalmente perplejo y a sabiendas que ambos no tenían ni idea, me despido diciendoles que no me voy nada contento y que ya procuraré enterarme por otro lado.

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