Cuentas en divisas ¿merecen la pena?

Las cuentas bancarias en divisas son aquellas que se pueden contratar en moneda diferente al euro (en nuestro país). Existe una gran variedad de posibilidades, aunque las más habituales son las que hacen referencia a las monedas con mayor impacto en el mercado monetario.

De esta manera, lo más habitual será encontrar cuentas en divisas como el dólar estadounidense, el yen japonés, la libra esterlina de Reino Unido, el dólar canadiense, el franco suizo, etc.

Dónde se contrata una cuenta en divisas

Una cuenta en divisas se contrata en una entidad bancaria. El proceso es muy similar al de la contratación de una cuenta corriente normal, salvo el proceso de cambio de moneda y, en algunas ocasiones, una mayor exigencia de datos en prevención de fraude, tal y como marca la ley.

Por tanto, no es una cuenta compleja de contratar, con la excepción de que no todos los bancos disponen de la misma cantidad de divisas, y las consideradas divisas menores no suelen estar representadas en muchas entidades financieras.

Quién contrata una cuenta en divisas

No existe un único perfil, aunque, si dos grandes grupos:

  1. Empresas o profesionales que necesitan del uso de divisa para su labor en los mercados internacionales
  2. Particulares o inversores que utilizan la divisa para participar en diversas inversiones en mercados locales (o internacionales)

Qué riesgo tiene contratar una cuenta en divisas

El principal riesgo de contratar una cuenta de divisas reside en su propio carácter. Las divisas no son un valor estable, de hecho, el mercado de divisas se considera uno de los de mayor volatilidad junto al de criptomonedas.

Esto significa, que cuando abrimos una cuenta divisa asumimos el riesgo de la evolución del precio de salida divisa y su volatilidad. Lógicamente, también puede proporcionar un beneficio, ya que la volatilidad no siempre es negativa, pero aquí, también, entrar en cuenta otros factores como las comisiones, el tipo de cambio, etc.

Merecen la pena las cuentas en divisas

El único motivo por el que es recomendable una cuenta en divisa es cuando el usuario sabe lo que contrata y su motivación es clara y evidente, o profesional o destinada a la inversión.

Para un usuario de a pie abrir cuenta en divisas, salvo en situaciones excepcionales provocadas por la necesidad, por ejemplo, un desplazamiento a un país tercero donde se pueda operar con la divisa, no es necesario, sobre todo porque hoy en día los sistemas automatizados de cambio de moneda se encuentran incorporados incluso en las propias tarjetas, y, de hecho, en muchos casos con beneficios como la exención de aplicación de comisión de cambio a determinadas cantidades, un tipo de cambio más favorable al usuario.

En definitiva, se trata de un producto práctico para quien realmente le va a sacar provecho. Pero, en general, para la media de usuario, será un producto difícil entender, con comisiones elevadas y con riesgo de volatilidad inherente al propio mercado de divisas.

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