¿Crisis? ¿Qué crisis?

La situación de la economía española está bajo la lupa de una buena parte de las personas. El trabajo y las deudas están en juego y pueden leerse análisis, previsiones y cábalas sobre el futuro. No es mi intención hacer una crítica gratuita, ni buscar culpables. Hay culpables, evidentemente, pero el eje central de mi tesis es que al margen del análisis de las causas y consecuencias la solución no es en absoluto inmediata.

España sufre de un déficit comercial crónico, desde hace años. Las importaciones de material de oficina y material eléctrico son ingentes. En el pasado se ha recurrido once veces a devaluaciones competitivas para solucionar el problema. Conviene recordar que la historia de la peseta es la historia de once devaluaciones. A esto hay que añadir la dependencia energética del exterior y la enorme falta de exportaciones de alto valor añadido con un alto contenido tecnológico. Hay quien piensa que eso nos queda grande, de hecho que eso le queda grande a occidente, pues no es así. Solamente con pensar un poco vemos como sectores industriales maduros (automóvil) cuajan en el país de mano de obra más cara de Europa (Alemania), también es sencillo localizar en el mapa a Nokia  o General Electric. Al final la cuestión es que el modelo de desarrollo que se ha seguido en España (por acción u omisión) ha sido el de uso intensivo de mano de obra.

Aquellos que han estado relacionados con la investigación y con los que he tenido el gusto de hablar comentan problemas de muy difícil solución. En primer término la atomización de los esfuerzos, sin que exista un objetivo a largo plazo, como ocurre en otros países, o la propia organización de algunos centros de investigación en España, o las propias universidades donde los departamentos muchas veces están a sus cosas. Sea como fuere hablar del Info XXI  y demás planes de fomento es hablar de fracasos rotundos. Difícilmente con las políticas actuales se saldrá del laberinto de falta de exportación de bienes de alto valor añadido a no ser que se diera un golpe de timón radical.

Por otra parte tenemos el problema de la educación, que se ha atomizado exageradamente en los últimos años. Ahora hay en España una universidad casi por barrio, un absurdo. Probablemente con cuatro o cinco sería suficiente. Tampoco han mejorado los estándares de calidad en la enseñanza media y universitaria, al revés. Una maraña de intereses creados y políticas absurdas impide tener un sistema sencillo, estable y eficiente para formar a personas que puedan integrarse en el sistema económico.

Hay otros problemas serios que pueden citarse sucintamente. España ha pasado de 800.000 funcionarios en los años 80 a tres millones (y eso que ha llegado la informática y las telecomunicaciones). Solamente en la administración puede haber una masa de 360.000 enlaces sindicales liberados, comparable a la plantilla de General Electric. También se soporta una importante carga fiscal. Tenemos multiplicidad de administraciones que pugnan entre sí, algo que en ocasiones es favorable y en otras no, problemas de seguridad jurídica, multiplicidad de normas, y un largo etcétera de trabas, trampas y dificultades para la creación de riqueza.

Las soluciones, como puede apreciarse, de estar en la mente de algún responsable político, no son realizables a corto plazo. No va a cambiar el problema del déficit exterior, la construcción no va a ser el motor de la economía en lo que pudieran ser 10 años de resaca, que se pueden estimar por comparación con otros casos si se es optimista.

España lleva muchos años de retraso en poner su maquinaria económica a punto y eso no se arregla de un día para otro.

Si escuchamos a un responsable político que hay que moderar los salarios, apretarse el cinturón y fomentar el gasto público corriente es que las viejas recetas siguen ahí, y es que eso es lo que se está diciendo ya. Mano de obra barata, turismo y que sea lo que Dios quiera.
Pero y…

Si escuchamos que hay que eliminar todo gasto público en I+D en sus actuales términos y hacer un replanteamiento total del tema utilizando estrategias de desbordamiento (como se hace en U.S.A. por ejemplo).

Si escuchamos que hay que hacer un total replanteamiento de la educación, por ejemplo eliminando el bachillerato y la FP tal y como la conocemos y haciendo un bachillerato profesional, estableciendo políticas que unifiquen criterios de evaluación en todas las enseñanzas (medias y superiores, privadas y públicas) y racionalizando toda la estructura.

Si escuchamos que el principal activo de una economía y de una democracia es la independencia y garantía de los jueces, la generalidad de la ley y el principio de no retroactividad.

Si observamos que los empresarios buscan su negocio en el mercado y no en los despachos oficiales

Si vemos que se definen políticas energéticas, hitos y retos a largo plazo independientes del político que esté de turno.

Entonces es que estaremos soñando.

Lo que sucede en España no es una crisis coyuntutal, es el resultado de un largo proceso.

Publicidad