En los últimos años, y especialmente tras la pandemia del COVID-19, los pagos digitales y las compras online han aumentado considerablemente en la zona del euro. Mientras tanto, el uso del efectivo ha disminuido, pasando de representar el 72% de los pagos en 2019 al 59% en 2022. Además, el número de billetes en circulación cayó por primera vez el año pasado.
Siguiendo esta tendencia, en octubre de 2021 el Banco Central Europeo (BCE) inició una fase de estudio sobre la posibilidad de emitir una moneda digital del banco central (CBDC), el euro digital. Este proyecto busca proporcionar una forma adicional de dinero público en la zona del euro.
En junio de 2023, la Comisión Europea propuso un marco jurídico para facilitar la implementación del euro digital. Ahora, corresponde a los legisladores ultimar los detalles del proyecto.
¿Qué es el euro digital?
El euro digital sería una forma de dinero público emitido por un banco central, diferente de los depósitos bancarios o las criptomonedas, ya que no conllevaría riesgos financieros. Vicky van Eyck, directora ejecutiva de la organización Positive Money, explica que «la oportunidad del euro digital es que sea una forma de dinero electrónico universalmente accesible y segura, especialmente para aquellos en los márgenes de la economía».
El BCE ha imaginado un euro digital tanto para particulares como para empresas, que podría utilizarse libremente en cualquier lugar de la eurozona, que actualmente incluye 20 de los 27 Estados miembros de la Unión Europea. Este euro digital se asemejaría más a una versión electrónica del dinero en efectivo que a un criptoactivo como el bitcoin. No debería considerarse como el principio del fin de los pagos en efectivo, ya que el BCE ha subrayado que el euro digital no devengará intereses y estará sujeto a un límite de tenencia aún por determinar.
La idea inicial es que los ciudadanos utilicen el euro digital para pagar desde el alquiler hasta las compras diarias, utilizando solo un teléfono móvil o una tarjeta física. Sin embargo, no está diseñado para ser un vehículo de ahorro para grandes cantidades.
¿Cómo funcionaría en la práctica?
Para utilizar el euro digital, un consumidor tendría que crear un monedero digital en euros a través de un banco o una oficina de correos. Este monedero se recargaría mediante una cuenta bancaria o un ingreso en efectivo. Una vez cargado, podría utilizarse para realizar pagos instantáneos tanto en línea como en tiendas físicas, a través de un teléfono o una tarjeta física. Para aquellos con conectividad limitada, también se planea una versión offline del euro digital.
La necesidad del euro digital en Europa
Actualmente, no existe una solución de pago digital a escala europea. Cuando los consumidores cruzan fronteras, se van de vacaciones o estudian en el extranjero, no tienen muchas opciones. Tu tarjeta de débito nacional puede no funcionar y entonces dependes básicamente de compañías estadounidenses como VISA o Mastercard.
En la zona euro, 13 de los 20 países no tienen un sistema nacional de tarjetas y dependen de proveedores internacionales para los pagos digitales. Por lo tanto, una opción de pago única podría resolver la fragmentación existente en la zona del euro y ofrecer cierta autonomía frente a los operadores internacionales. Según el BCE, las redes internacionales de tarjetas representan el 64% de todas las transacciones electrónicas con tarjetas en la zona del euro.
En términos de soberanía europea y de contar con una solución europea real en términos de protección de datos e inclusión, no hay nada comparable al euro digital. Las asociaciones de consumidores están interesadas en ver esta iniciativa hecha realidad.
Además, la introducción del euro digital podría reducir la dependencia de la sociedad respecto al sector bancario. Los defensores de la moneda digital argumentan que proporcionaría una alternativa segura y accesible para todos los ciudadanos, independientemente de su situación bancaria.
Conclusión
La evolución hacia una mayor banca online y la posible introducción del euro digital reflejan cambios significativos en la forma en que gestionamos nuestras finanzas. Si bien la digitalización ofrece numerosas ventajas, como la comodidad y la eficiencia, también plantea desafíos en términos de inclusión y accesibilidad. El éxito del euro digital dependerá de su capacidad para ofrecer una solución segura, inclusiva y accesible para todos los ciudadanos de la eurozona.