Los bancos odian a sus clientes

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A veces la lógica indica lo contrario a su significado. Y aunque parece extraño explicarlo, los hechos corroboran que el negocio no entiende de relaciones humanas, sino de transacciones financieras.

Lo paradógico de la situación, es que por más fría que pueda ser el ida y vuelta entre la oferta y la demanda, esa adrenalina que corre por el cuerpo suele traspirar unas gotas de placer, sin embargo, la relación entre la banca y sus clientes es netamente de odio.

En otras palabras, a pesar de que los bancos y las cajas consigen dinero y ganancias financiando a las personas y a las empresas, este tipo de entidades odian a sus clientes. Por más que nos muestren la publicidad más dulce, o que nos seduzcan con mensajes poco creíbles, esa relación de desagrado es la que les hace ganar cada vez más.

Estamos hartos que nos digan que quieren ser nuestro banco, que financian sueños, que van a estar siempre con nosotros, que forman parte de nuestro pasado, presente y futuro, o que en los momentos difíciles están a nuestro lado más que nunca. Pero señores, ¿quién se cree ese cuento?

La relación entre la banca y sus clientes es forzoza, nadie concurre a un banco por placer. Uno no se levanta una mañana y duda entre ir al cine o a la oficina donde tiene radicada la cuenta, o a pagar la cuota de una hipoteca, una tarjeta de crédito y el seguro del coche. Tal vez, después de ir a un funeral, concurrir al banco debe ser el acto menos deseado para una persona.

Desde cuando la banca está preocupada por los parados, si cuando el Euribor baja, aplica tipos de interés mínimo, obliga a contratar miles de productos para así «ofrecernos» un diferencial rasonable, y aumenta las comisiones en los productos financieros.

Mientras las familias piden más plazo para pagar sus deudas, la banca mira hacia las gradas del Bernabeu, o los boxes de Ferrari. El fútbol está lleno de carteles, la publicidad nos ahoga, pero el acceso a la financiación está tan cerrado que el grifo ya no suelta ni una gota de agua.  

Saben una cosa, cuando esto se termine, y la crisis forme parte del pasado, nos odiarán más, por una sensilla razón, ellos siempre quieren más, y lo que no consiguieron de nosotros, los que sobrevivimos a esta terrible catástrofe, lo buscarán más tarde.

Antes de terminar esta nota, busquen en la Web este nombre y comprenderán porqué muchos piensan que John Dillinger, merece 100 años de perdón.

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