El FMI desarma y deja a pecho descubierto a España.

Sutil sería la comparación entre los balances ofrecidos por el Gobierno de Rajoy y los del ejecutivo de Lagarde, directora del FMI. Mientras el gobierno vaticina una caída de tan solo el 0,5%, el FMI casi triplica el resultado para finales de 2012 y 2013.
El organismo prevé que la economía, es decir, el PIB, retroceda un 1,3% en 2013, muy lejos del horizonte estipulado por De Guindos del 0,5%. El Fondo sitúa el paro por encima del 25% mientras que Fátima Bañez cree que en 2013 caerá por debajo del 24%.

El descontrol de cifras siempre cae bajo manos exteriores, y es lógico y producente llevarlo a análisis productivo sin simplemente dejarnos decantar por la mitad entre los 2. Aunque el FMI en el informe de Perspectivas Económicas Mundiales, no le de ningún precedente a esta situación mundial, a parte de citar a las `potencias emergentes y líderes, hace incapié que la sostenibilidad mundial depende de Italia y España con planes de ajuste que aporten competitividad, equilibrio fiscal y crecimiento. O lo que es lo mismo, palabras vacías.

Sin embargo, hay caminos tan dispares que el menos lógico parece ser el nuestro. Estamos solos ante un ejército de analistas que ni ven veracidad en nuestras palabras ni ven cifras que las apoyen. El Gobierno hace oídos sordos y saca pecho, el problema es que estamos en los huesos.

Si indagamos en los huesos que quedan, España no tiene un gran problema que digamos de deuda pública, pero podría llegar a tenerlo si se sigue inactivo respecto al tema mientras aumenta y aumenta. Monetizar la deuda, implicaría cierta inflación en los años venideros, con cierto riesgo. Y el riesgo, señoras y señores, es eso que los valientes aprenden en el cementerio.

Si España llega a la situación de Grecia de hace unos meses, es decir, cuando prestamistas se dieron cuenta que para Grecia sería muy costoso repagar los créditos sin una devaluación nominal, será demasiado tarde y dejarán de ser papel mojado las palabras de que el euro es irreversible. El sprint del «bank run» no es ciencia ficción, o lo que es lo mismo, un pánico bancario en la eurozona, puesto que en España se ha recrudecido tras la crisis de Bankia y que es la razón REAL por la que España paga tan cara su deuda. Es una crisis de liquidez de toda la economía, como puede comprobar cualquiera que vea el coste de financiación de cualquier gran empresa española. Es decir, el riesgo divisa afecta a todos, no solo al estado. Y nada que decir si le sumamos la fuga de capitales.

Ni el billón de euros inyectado al sistema financiero europeo logró calmar a los mercados que han encontrado en España e Italia el terreno más propicio para sus peligrosas apuestas. ¿O es que ya nadie lo recuerda? El BCE debería cumplir con estabilizar la deuda a medio plazo sin necesidad de humillar públicamente a cualquier gobierno. Y no aplicar políticas pro-cíclicas en el núcleo. Por ejemplo, con Alemania y Francia reduciendo su deuda pública justo en este momento -que podrían mantenerla estable- va a ser imposible que España alcance el crecimiento del 6% en las exportaciones que prevé el escenario macro de los PGE 2013.

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