Créditos hipotecarios que no se utilizan para vivienda, la nueva tendencia española

En medio de una crisis que jaquea al consumo y a la financiación, los hogares españolas han encontrado en el mercado español de crédito, una «salida» a la escasa oferta de préstamos accedibles para la mayoría de ellas.

Los préstamos con garantía hipotecaria concedidos para la adquisición de otros destinos diferentes a la compra de una vivienda. Esta nueva moda, parece ser una salvación para los consumidores, pero si afinamos la punta del lápiz, podemos llevarnos una sorpresa.

El Banco de España ha informado que el saldo de los préstamos con garantía hipotecaria concedidos por bancos y cajas que no tuvieron como destino la compra de una vivienda aumentó un 25% al cierre del primer trimestre de 2008.

Si lo reflejamos con múmeros concretos, durante los primeros tres meses del años, el saldo fue de 42.366 millones de euros, contra los 33.871 millones del mismo periodo, pero de 2007.

Pero para tomar noción del crecimiento de esta tendencia, al cierre de 2005, estos montos se ubicaban en los 25.834 millones de euros, es decir que el incremento en poco más de dos años ha sido del 64%.

La tendencia del mercado de los préstamos refleja que mientras este tipo de operaciones va en aumento, el crédito hipotecario desacelera

Pero preocupa el aumento de la morosidad en este tipo de créditosde los 42.366 millones de euros destinados a la adquisición de otro destino diferente a la vivienda, 579 millones de euros corrían riesgo de no ser pagados.

Los destinos de este tipo de préstamos que utilizan como garantía la vivienda, se utilizan para inversión en negocios, la adquisición de un coche o financiar las vacaciones. Esta operatoria consiste en recargar la hipoteca de su vivienda para financiar bienes de consumo.

Según la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas de Ahorro y Seguros (Adicae), esta modalidad permite evitar gastos de constitución de otro préstamo, con un tipo de interés más bajo que el de un crédito al consumo, pero «a la larga el consumidor acaba pagando más» y el banco le suele exigir un aval, con lo que no sólo compromete su vivienda, sino también la de quien le respalda.

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